Queridos atacameños y atacameñas:
Hace 12 años tomé la decisión de no postular nuevamente a ser senador por Atacama. Después de representarla por veinte años, y haber sido elegido en tres oportunidades con las más altas mayorías, sentí que se había cumplido un ciclo y anhelaba dedicarme a actividades propias de mi formación como profesor.
Pasaron los años, y durante todos ellos estuve atento a los problemas de Chile y de Atacama; nunca me alejé, ni siquiera cuando estés en México como embajador designado por la presidenta Michelle Bachelet.
Ustedes han sido testigos de que desde que recuperamos la democracia siempre he creído que Chile merece una constitución legitimada por la voluntad popular. La propuesta elaborada por la Convención Constituyente, rechazada por amplia en la mayoría el plebiscito del 4 de septiembre último, dejó en claro por un lado, que no reflejaba las exigencias de la mayoría, pero por otro, que era necesario un nuevo esfuerzo, uno que junto con aprender de la experiencia fracasada pusiera fin, ahora sí, a la constitución ilegítima heredada de la dictadura.
Chile tiene dos alternativas: o se deja llevar por quienes desean que nos rija una constitución anclada en el pasado dictatorial o luchamos por una que contenga las esperanzas de la mayoría de chilenas y chilenos.
Frente a ese desafío no he estado dispuesto a quedar impávido. Poseo la experiencia y la madurez necesaria para enfrentarlo. Por ello acepté ponerme nuevamente al servicio de Atacama y postularme como Consejero Constitucional en las elecciones que tendrán lugar el 7 de mayo próximo.
Sé que será difícil, pero ustedes me conocen: soy militante socialista desde joven y nunca lo he ocultado, lo que me da fuerza para asumir el compromiso patriótico de luchar para que esta nueva constitución sea efectivamente progresiva y refleje los anhelos postergados de la mayoría de mis compatriotas.
Por todo lo anterior, quiero invitarlos a trabajar juntos más allá de las banderas partidistas y nos propongamos impulsar un gran movimiento ciudadano a fin de que la nueva carta magna haga realidad un Estado social y democrático de derecho, ese pequeño gran paso que nos permitirá construir un país más justo, digno y solidario.
Es hora que los derechos fundamentales como vivienda, salud y educación empiecen a ser una realidad, junto con poner fin a la inseguridad que nos agobia y podamos vivir en un medio ambiente sin contaminación.
Pero sobre todo, que mi querida región de Atacama pueda disfrutar de sus riquezas naturales, aleje la delincuencia y vuelva a florecer como lo hace nuestro hermoso desierto.